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Recuperando Vertientes Talcahuano

PARQUE TUMBES

PARQUE TUMBES OTRA VISIÓN

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lunes, 7 de julio de 2008

LA PATA È CAUSEO: MUJER PERENNE

Su figura magra y encorvada alimentaba mis temores y fantasías de niñez traviesa que bordeaba los nueve años en la escuela Santa Catalina de la calle David Fuentes. Era ella… mítica…misteriosa…agresiva. Y como no, si cada vez que salíamos por la estrecha puerta hacia la calle como albas palomas con nuestros delantales plisados y almidonados, con el alboroto y bullicio que nos dan los cortos años vividos, corríamos a su encuentro solo para gritarle :”¡¡¡Pata e` causeo…pata é causeo…pata é causeo!!!” y después desbandarnos para salvarnos de sus palabrotas y bastonazos que endilgaba a diestra y siniestra. Quién no recuerda a esta mujer delgaducha, casi enclenque cuya ropa era un misterio, ¿Cuántos refajos y cuantas chalecos llevaría puesto debajo de su inseparable abrigo sujeto por su colorido delantal de grandes bolsillos donde guardaba muchos tesoros pues siempre parecían estar preñados, retocaba su divertido atuendo sus gastados botines con chiporro, sus medias gruesas, color café y su infaltable gorro envuelto en lo que parecía una gorra de ducha plástica o tal vez una bolsa de similar material desde donde se descolgaban desgreñadas mechas tan blancas como nuestros delantales. La verdad es que nunca pude acercarme lo suficiente para distinguirlo pero creo que en esos tiempos aun no se conocían las bolsas plásticas que hoy nos inundan y ahogan. Solía cargar a cuestas como los caracoles, por las calles de mi ciudad, toda su casa en las pilguas repletas de ropas u otros menesteres. Por sus enrejadas mallas a veces se podía distinguir la esencia de su ser y carta de presentación de mendiga: generosos trozos de pan duro. Le gustaba pernoctar a la salida de mi escuela, tal vez por que las monjitas la “aguachaban” dándole comida desde el internado o era esa secreta complicidad de acosadoras y perseguidora que nos unía, o quizás por que ”la pata é causeo” se paraba horas al pie de la gruta a la entrada de la iglesia TODOS LOS SANTOS quedando extasiada, susurrando, mascullando o llorando oraciones a la Virgen, situación que nos paralizaba por nuestro origen de alumnas de monjas ante el temor de pecar mortalmente si la interrumpíamos o porque la postal que veíamos ante nuestros ojos de la anciana mendiga en intimo coloquio con la Madre de Jesús traspasaba nuestro espíritu y nos estremecía, pero cuando se percataba de nuestra cercanía enarbolaba su precario articulo de madera persiguiéndonos con agilidad, ahí se producía la desbandada, en nuestra inocencia, (en esa oportunidad cruel) jugábamos mejor que con los juegos interactivos que existen en internet donde se tienen varias vidas. En esos tiempos arriesgábamos el pellejo “en vivo y en directo”. Así como se esfumó mi infancia, así también se esfumó de mis recuerdos “la pata é causeo”, sus ojillos ilustres, brillantes como esferas de cristal color cielo, su rostro de tez blanca, anguloso, plasmado de surcos invernales, sus dedos huesudos de experimentada pianista (si no hubiesen estado envueltos en trapos simulando guantes), aún las calles la recuerdan, o algunos mayores, tal vez tuvo casa donde reposar sus huesos al atardecer, tal vez eran ciertas las leyendas que en sordina comentaban los adultos de esa época: que “la pata é causeo” provenía de una familia muy aristocrática y adinerada de este puerto pero que al perder a aquel a quien amaba se le fue la razón. Como sea, “la pata é causeo” permanece en nuestro imaginario social pues hay madres o abuelas que ante una niñita desastrada la llaman “PATA É CAUSEO”. Ella es parte de nuestra identidad local, de la cultura de nuestro Puerto.

María Cristina Ogalde

sábado, 5 de julio de 2008

CRONICAS DE MI CIUDAD—LOS CEMENTERIOS SIMBOLICOS



TALCAHUANO CIUDAD-PUERTO tiene su historia enraizada en hechos marinos ya sean alegres, tristes o nostálgicos. Quiero compartir uno que en lo particular me produce honda nostalgia y seguramente para las familias involucradas profunda tristeza, me refiero a los cementerios simbólicos. Los conozco, he caminado en ellos, he visitado sus tumbas vacías y a través de los nombres en sus lápidas he reconstruido historias imaginadas o no. Si bien es cierto en casi todos los puertos pesqueros del mundo ( y he recorrido muchos) hay lápidas en memoria de los hombres que “se hicieron a la mar” , lápidas que no reflejan el dolor de las familias que eternamente esperan en la bahía el ser querido que no regresó, sólo en el puerto de Talcahuano he conocido los cementerios simbólicos que de una u otra forma ayudan a pasar el duelo entre el arrullo del mar, las caracolas, la marcha fúnebre de las gaviotas y las tumbas vacías con una sencilla cruz de madera pintada de blanco custodiadas por firmes e incólumes flores plásticas de colores que testimonian su origen. Estos “camposanto” son “EL CEMENTERIO LAS CRUCES” que originalmente estaba enclavado en la cúspide del acantilado que bordea Monte Redondo en la bahía de San Vicente, desde este precipicio rodeado de la vegetación mas hermosa y que hasta Talcahueñu debió caminar ,se podía observar la majestuosidad del ancho mar como testimonio veraz de que el siniestrado hombre de mar no había sucumbido ante pequeñeces, más bien ante un gigante rugidor, apaleador de rocas , pero generoso como el vientre materno que lo arrulla hasta la eternidad. El progreso y urbanismo de mi tierra lo ha empujado cada vez más hacia el acantilado pero él aferrado al monte, se alarga hacia el mar en esa prolongación invisible de tumbas vacías. El otro cementerio simbólico esta entre los montes escarpados de LA PENÍNSULA DE TUMBES, un poco alejado de las casas. Se hace silente refugio de las penas de los “tumbinos” que lloran a los idos frente a un túmulo engarzado de lustrosas cerámicas, donde por lo general se empotra una foto del difunto o la leyenda que refleje el dolor de los que quedan en tierra firme. Al leer las inscripciones se aprieta el corazón porque casi siempre se repiten los apellidos, hermanos, padres e hijos, esposos y padres, esposos e hijos. Al recordarlo se plasma en mi imaginación la figura de una mujer arropada, sola , mecida y agrietada por el viento frente a un nicho, ya sin lagrimas, mirando al horizonte con una mano haciendo visera a sus ojos y la otra sujetando la mano de un niño pequeño que aún espera el regreso de su padre y su abuelo. El otro cementerio simbólico que conozco es el de CALETA EL SOLDADO que parece un púlpito de catedral pues esta ubicado en un pequeño monte que se adentra en el mar y sus humildes cruces blancas se confunden con gaviotas que quieren alzar el vuelo hacia la inmensidad, sus tumbas vacías custodian el villorrio, el acceso es de difícil alcance tal vez para anunciar que los cuerpos amados nunca volverán a pisar tierra firme, prefieren como última morada la espuma salina que los vio nacer, crecer y morir. Loa cementerios simbólicos con sus bóvedas vacías son como los faluchos en la bahía, como las calles de adoquines, como las áreas verdes, como la plazoleta MARIA ISABEL, son parte de la identidad cultural de mi CIUDAD-PUERTO.

Maria Cristina Ogalde



Talcahuano, a horas de haber comenzado el invierno.

Diseño:
Ingrid Odgers Toloza

Centro de Talcahuano

Centro de Talcahuano

entrevista a Mª Cristina Ogalde

Caracola

Caracola
escultura en Talcahuano