Damsi Figueroa
Cartografía del éter
por Teresa Muñóz Luco
A partir de Juan Luis Martínez, algunos escritores chilenos han incorporado a su propuesta estética instalaciones y otros recursos audiovisuales. Tiempo atrás se realizó, en el Sur, una exhibición de arte conceptual a cargo de Damsi Figueroa, quien presentó su poema "Sobre los bellos durmientes". Esta artista residente en Talcahuano, cuyos libros han sido publicados por Letra Nueva (Judith y Eleofonte, 1995) y recientemente por Ediciones del Temple (Cartografía del Éter, 2003) muestra que, con sólo algunos poemas conocidos, se puede construir una obra de rasgos distintivos. El hablante femenino, la integralidad de diferentes lenguajes poéticos y su tono resuelto han dejado lectores cautivos, tanto en vagones del Metro de Santiago, como en cátedras universitarias.
En Autorreconocimiento, uno de sus poemas más difundidos, me despierta interés el verso "Yo no escribo para nadie, porque en esa doble negación, más que una afirmación parece surgir un silencio, en el que las palabras ceden su lugar a los actos. Patinar por la hoja equivale a transitar la tierra con amargura", en contraste a "Yo soy del aire / Del aire verde y alzado" (Cauñicú), en el cual pareciera encumbrar al lector a un cielo esperanza.
Adivino en Damsi Figueroa un temperamento atractivo. Salta con facilidad de la poesía al teatro, reafirmando que su interés son las acciones de arte. El ritmo asociado a su escritura no se corta, sino que gotea como por un hilo: "Ando buscando un libro, seguramente / no un libro abierto sobre dos rodillas /Ando buscando un libro, para no humedecerme las nalgas / cuando me siente bajo la sombra del árbol que ando buscando". (El último). Lejana a los adornos construye un discurso vivido, fino, de envidiable honestidad: "Vino la poesía y me dejó desnuda" (Una máscara y un manto para cubrir al verdadero poema).
Cuando escribe "La idea de estar" hace un guiño a Huidobro, creación en el acto de nombrar: "Sé lo que soy / y aún sabiéndolo no me nombro" -y más adelante- "nombrarse es pertenecer".
Ella genera constantemente una atmósfera desenvuelta, capaz de modificar desde su interioridad lo que está fuera y frente a sí misma: "He escrito un poema para resucitar a mi padre" (Estación).
Comunica sus descubrimientos conceptuales con riesgo de parecer prodigiosa, o al contrario, muy pedante: "Hay dentro de la luz/ una luz más pequeña/ que es oscura" (Convite). Sin duda Damsi Figueroa ha elaborado una obra que merece brillar, no sólo por incorporar con éxito algunos elementos del psicoanálisis, sino porque de esa manera integra su discurso político a la introspección de quien la lee.
La transformación de nuestro país mediante instalaciones artísticas me parece notable, por ejemplo, ser capaz de enfrentar al público con espejismos salidos de su propia conciencia, para contraponerlos a la lucidez de un poema bien escrito, todo enmarcado en una sonoridad ambiental apropiada. Incontables veces hemos oído el cliché que nos invita a "ocupar los espacios públicos", una irrupción poética como la de Damsi Figueroa parece ser la actitud adecuada para llevarlo a cabo.
Cartografía del Éter
Damsi Figueroa Verdugo
Ediciones del Temple
mayo de 2003
* * *
Convite
No sería mejor que nos quedáramos
sentados y solos, tardos y quedos
esperando la totalidad de un gesto
No sería mejor que olvidáramos
a la vaca semiológica que pasta a la deriva
sudor rocío que nos entumeció los huesos sesos
Hay dentro de la luz
una luz más pequeña
que es oscura
Hay dentro de la luz
una luz más pequeña
que es oscura
Hay dentro de la luz
una luz más pequeña
que es oscura
La idea de estar
Sé lo que soy
Y aún sabiéndolo no me nombro
La idea de estar a medias en todas partes
como si las mitades no fuesen tan sólo dos
Soy tanto más cuando me sé
Y aún sabiéndolo no me nombro
Nombrarse es pertenecer
y yo, no logro juntar las sílabas que me atrapen
Me sé, es cierto, soy
y aún sabiéndome no me nombro
El tiempo
Insomne la luz dispara dardos sobre los cuerpos
Los cuerpos deben abrazarse
Hasta hacer caer la noche
A oscuras los abrazos deben repetirse
La noche debe caer sobre los cuerpos
Oscureciendo los abrazos hasta hacerlos desaparecer
El ojo debe desaparecer
Para que los abrazos sean soñados
La oscuridad dispara dardos sobre los cuerpos
En el sueño los cuerpos deben abrazarse
A la luz del sueño la intermitencia de los abrazos debe
abrir el ojo
Para que los cuerpos despierten
El último
Ando buscando un árbol
que dé sombraentre cuyas raíces repose un cuerpo
que ya no lo sea tanto
Ando buscando un árbol
que dé una sombra larga
pero profunda
Ando buscando una humedad
que se hunda como un túnel
en la tierra negra
Ando buscando una humedad
olorosa
con olor a sombra y árbol
Ando buscando un libro,
seguramente
no un libro abierto sobre dos rodillas
Ando buscando un libro
para no humedecerme las nalgas
cuando me siente bajo la sombra
del árbol que ando buscando.
Cartografía del éter
por Teresa Muñóz Luco
A partir de Juan Luis Martínez, algunos escritores chilenos han incorporado a su propuesta estética instalaciones y otros recursos audiovisuales. Tiempo atrás se realizó, en el Sur, una exhibición de arte conceptual a cargo de Damsi Figueroa, quien presentó su poema "Sobre los bellos durmientes". Esta artista residente en Talcahuano, cuyos libros han sido publicados por Letra Nueva (Judith y Eleofonte, 1995) y recientemente por Ediciones del Temple (Cartografía del Éter, 2003) muestra que, con sólo algunos poemas conocidos, se puede construir una obra de rasgos distintivos. El hablante femenino, la integralidad de diferentes lenguajes poéticos y su tono resuelto han dejado lectores cautivos, tanto en vagones del Metro de Santiago, como en cátedras universitarias.
En Autorreconocimiento, uno de sus poemas más difundidos, me despierta interés el verso "Yo no escribo para nadie, porque en esa doble negación, más que una afirmación parece surgir un silencio, en el que las palabras ceden su lugar a los actos. Patinar por la hoja equivale a transitar la tierra con amargura", en contraste a "Yo soy del aire / Del aire verde y alzado" (Cauñicú), en el cual pareciera encumbrar al lector a un cielo esperanza.
Adivino en Damsi Figueroa un temperamento atractivo. Salta con facilidad de la poesía al teatro, reafirmando que su interés son las acciones de arte. El ritmo asociado a su escritura no se corta, sino que gotea como por un hilo: "Ando buscando un libro, seguramente / no un libro abierto sobre dos rodillas /Ando buscando un libro, para no humedecerme las nalgas / cuando me siente bajo la sombra del árbol que ando buscando". (El último). Lejana a los adornos construye un discurso vivido, fino, de envidiable honestidad: "Vino la poesía y me dejó desnuda" (Una máscara y un manto para cubrir al verdadero poema).
Cuando escribe "La idea de estar" hace un guiño a Huidobro, creación en el acto de nombrar: "Sé lo que soy / y aún sabiéndolo no me nombro" -y más adelante- "nombrarse es pertenecer".
Ella genera constantemente una atmósfera desenvuelta, capaz de modificar desde su interioridad lo que está fuera y frente a sí misma: "He escrito un poema para resucitar a mi padre" (Estación).
Comunica sus descubrimientos conceptuales con riesgo de parecer prodigiosa, o al contrario, muy pedante: "Hay dentro de la luz/ una luz más pequeña/ que es oscura" (Convite). Sin duda Damsi Figueroa ha elaborado una obra que merece brillar, no sólo por incorporar con éxito algunos elementos del psicoanálisis, sino porque de esa manera integra su discurso político a la introspección de quien la lee.
La transformación de nuestro país mediante instalaciones artísticas me parece notable, por ejemplo, ser capaz de enfrentar al público con espejismos salidos de su propia conciencia, para contraponerlos a la lucidez de un poema bien escrito, todo enmarcado en una sonoridad ambiental apropiada. Incontables veces hemos oído el cliché que nos invita a "ocupar los espacios públicos", una irrupción poética como la de Damsi Figueroa parece ser la actitud adecuada para llevarlo a cabo.
Cartografía del Éter
Damsi Figueroa Verdugo
Ediciones del Temple
mayo de 2003
* * *
Convite
No sería mejor que nos quedáramos
sentados y solos, tardos y quedos
esperando la totalidad de un gesto
No sería mejor que olvidáramos
a la vaca semiológica que pasta a la deriva
sudor rocío que nos entumeció los huesos sesos
Hay dentro de la luz
una luz más pequeña
que es oscura
Hay dentro de la luz
una luz más pequeña
que es oscura
Hay dentro de la luz
una luz más pequeña
que es oscura
La idea de estar
Sé lo que soy
Y aún sabiéndolo no me nombro
La idea de estar a medias en todas partes
como si las mitades no fuesen tan sólo dos
Soy tanto más cuando me sé
Y aún sabiéndolo no me nombro
Nombrarse es pertenecer
y yo, no logro juntar las sílabas que me atrapen
Me sé, es cierto, soy
y aún sabiéndome no me nombro
El tiempo
Insomne la luz dispara dardos sobre los cuerpos
Los cuerpos deben abrazarse
Hasta hacer caer la noche
A oscuras los abrazos deben repetirse
La noche debe caer sobre los cuerpos
Oscureciendo los abrazos hasta hacerlos desaparecer
El ojo debe desaparecer
Para que los abrazos sean soñados
La oscuridad dispara dardos sobre los cuerpos
En el sueño los cuerpos deben abrazarse
A la luz del sueño la intermitencia de los abrazos debe
abrir el ojo
Para que los cuerpos despierten
El último
Ando buscando un árbol
que dé sombraentre cuyas raíces repose un cuerpo
que ya no lo sea tanto
Ando buscando un árbol
que dé una sombra larga
pero profunda
Ando buscando una humedad
que se hunda como un túnel
en la tierra negra
Ando buscando una humedad
olorosa
con olor a sombra y árbol
Ando buscando un libro,
seguramente
no un libro abierto sobre dos rodillas
Ando buscando un libro
para no humedecerme las nalgas
cuando me siente bajo la sombra
del árbol que ando buscando.
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