Algo de Historia-Caleta Tumbes ( Cerro de piedras)

A Caleta Tumbes se puede llegar por microbuses que tienen recorrido  Las Canchas- Tumbes, tienen paradero en calle Valdivia con Colón.

También se puede utilizar las micros de la Base Naval que llegan hasta Tumbes. Paradero en calle Blanco frente al Mercado de Talcahuano.

Cuenta la leyenda que, durante la Colonia, los españoles habrían escondido un valioso tesoro cerca de la hoy llamada "Quebrada Central". Excavaciones en el sector sólo han encontrado restos humanos que podrían ser de un cementerio indígena.

Otra creencia señala que en el lugar hubo un convento de religiosas, las cuales se trasladaron luego que los franciscanos instalaran una fábrica de pólvora. Estos antecedentes ayudan a la supertición que indica que por las noches se suelen ver por las quebradas "monjas y curas rondando".

Sin embargo, especial difusión tiene la leyenda que dice que en el sector costero "Bajos del buey", en la Boca Chica, frente a la Isla Quiriquina, el diablo se puso una noche a arar el lugar con una yunta de bueyes. Estaba tan entusiasmado que no se percató de la llegada del sol, debiendo huir y dejando allí abandonados a sus animales que se convirtieron en piedras...

Con todo Tumbes hoy no es una leyenda, sino una caleta de pescadores ubicada en el extremo norte de la península del mismo nombre, a unos ocho kilómetros del centro de Talcahuano. Allí residen más de 300 familias que constituyen una población de cerca de 2 mil personas. A ellas se agrega un centenar de familias que viven en las pequeñas caletas de Canteras, Candelaria y Puerto Inglés, situadas en la vuelta de la península.

Una caleta modelo

Hasta hace un par de años el camino al lugar -de dominio de la Armada- estaba sólo limitado a los residentes y sus familias. Esta situación cambió y hoy el sector es de libre acceso de personas y vehículos, manteniéndose la llamada "Ley Seca", que prohibe la venta de alcohol en el lugar.

Como toda caleta, los hombres del lugar trabajan de la extracción artesanal de pescados y mariscos. Cuentan con luz eléctrica, teléfono, escuela, posta médica, capilla, buses, iglesia evangélica, un muelle, algunos pequeños almacenes, televisión satelital, quioscos, un cementerio simbólico, agua de vertiente que administra un comité y un camino de fácil acceso desde el sector Las Canchas.

Pese a algunas dificultades producidas por el agua (vertiente), el lugar bien vale la pena conocer. No se arrepentirá...

Algo de historia

El primer español que divisó, a los menos, la península de Tumbes fue el navegante italiano Juan Bautista Pastene quien, en nombre del Rey de España y del gobernador de Chile, Pedro de Valdivia, tomó posesión del lugar.

Su nombre, Tumbes, es materia de varias interpretaciones. Para el historiador Paz Roldán deriva del vocablo quichua "tumpa", que significa "Achacar, levantar falso testimonio"; para otros vendría de "tumpu", nombre de una planta; otros lo derivan del concepto maya "tunkas", que significa "cerro de piedras", o del "tumben" que equivale a "recién llegado". En síntesis, lo más cercano es "tunkas" por la existencia de enormes piedras, especialmente en su área costera.

Los mapuches habitaban el lugar, comandados por el cacique Talcahueñu. Siglos más tarde, en 1816, arribaron al lugar familias españolas provenientes de Santander, Bilbao y San Sebastián que habían llegado primeramente a Constitución. Carpinteros, astilleros y pescadores ocuparon el lugar dedicándose especialmente a la caza de la ballena. De aquéllos primeros emigrantes se recuerda a las familias Olivares (José, fue uno de los pioneros), Araya, Bécar, apellidos que aún se mantienen en el sector.

La primera nominación dada a la caleta fue Santa María, pero después quedó con el nombre homónino de la península.

¿Cómo llegar?

Para poder acceder hasta la caleta Tumbes el visitante debe primero llegar hasta el centro de Talcahuano. Una vez en la Plaza de Armas, diríjase por la calle Aníbal Pinto hasta el final con Valdivia, doble a la izquierda para llegar a la cima de la vía donde seguirá a la derecha para cruzar el antiguo Puente de Arcos.

La fuerte pendiente del lugar ya constituye una novedad para el forastero, la cual lo llevará hasta la cumbre del llamado Monte Redondo. Este sitio es el más alto del litoral lo que ha sido aprovechado por todos los canales de televisión, telefonía celular y algunas radioemisoras.

Una vez en el alto se sigue hacia el norte, rumbo a la población Las Canchas, bordeando el área correspondiente a la Segunda Zona Naval. Se cruza la población mencionada hasta culminar con el fin del pavimento, justo frente al cuartel de Destacamento de Infantería de Marina Nº7 "Aldea". Allí se dobla a la izquierda y se sigue una ruta recientemente pavimentada.

Pasados pocos kilómetros comienza el descenso. El agradable olor a mar se hace más fuerte acompañado del ruido de las gaviotas. De improviso al doblar una cuesta, siempre en bajada, aparecen las primeras viviendas, el mar y al frente la Isla Quiriquina. Se sigue bajando y el camino se enangosta hasta llegar a la población misma, con una esquina frente a la playa donde se dobla a la izquierda. La costanera es toda nuestra. ¡Hemos llegado!

Un panorama

Bájese en la costanera y observe el lugar. La gente es buena y gentil; todos se conocen y miran con respeto al visitante. Excelentes viviendas llaman la atención, mientras muchos hombres trabajan sus redes o en los barcos en la playa, mientras otros, junto a sus mujeres, alimentan los fogones donde descansan grandes olletas conteniendo jaibas que ponen a la venta una vez terminado el proceso de cocción.

El lugar simboliza trabajo y dedicación de todos. La existencia de la "Ley Seca" ha hecho del área un modelo, que es respetada y defendida por muchos que indican que el progreso logrado se debe justamente a eso (los tumbinos entrevistados, entre ellos el alcalde de mar, Marcial Badilla Reyes -80- y la presidenta de la Junta de Vecinos, Teresa Bécar, señalan que el progreso de la caleta se debe gracias a esa restricción. Los menos alegan que ello ha impedido el turismo).

Si se va temprano, en la mañana, o en la tarde, a eso de las 16 hrs. los días de semana, no es raro encontrar a los pescadores y buzos ofreciendo congrios colorados, negros y dorados, merluza, sierra, cabrilla, lenguado, cholgas, piures, picorocos o almejas, sin contar con las jaibas cuyo olor del cocimiento no deja indiferente a nadie.

Y si un fin de semana lo encuentra la hora del almuerzo tiene también algunas alternativas: algunos negocios ofrecen, con llamativos letreros, las tradicionales empanadas de mariscos fritas o de horno (a unos 200 pesos cada una, y "¡más ricas y exclusivas que ninguna parte!", señala la presidenta de la Junta de Vecinos, Teresa Bécar, quien no quiso entregar la receta); o ver que algunas casas sacan curiosamente mesas al patio o la calle "para atender a las visitas", o datearse dónde se encuentran las "picadas familiares" que algunas señoras del lugar mantienen y ofrecen una que otra delicia marina (en todos los casos, llévese la bebida porque allí no encontrará más que agua de vertiente). Del resto sólo nos agradecerá...

Tumbes

Yo soy la espuma dice Tumbes

Camino por la caleta

Envuelta en mar y rocas

Abrigada de un puñado

De hombres y mujeres

En senderos de perlas

Respiro mis tristezas

Nunca tan cerca de la muerte

Nunca tan cerca del olvido

Observo

Los verdes párpados de sus aguas

Observo

Con la sed y el impulso de un náufrago

Las barcas hablan anuncian denuncian

La noche capital del esfuerzo

Su vientre de dolor profundo

Las olas hablan de los extraviados

De aquellos que fueron

De las manos en la red

Siempre en viento y bruma

Siempre aferradas al fugitivo canto del sol

Yo soy la espuma dice Tumbes

Y permanece en la orilla del océano

Siempre a la orilla Sesgando espinas

Siempre a la orilla Sembrando el pan

Observo el atardecer clausurado por la lluvia

Tumbes impasible persiste

En la sigilosa espera del alba

Con azahares en la mirada

Las gaviotas saludan en vuelo indómito

Yo quedo con un paraguas de esperanza

Embriagada de azul empapada de luz

Yo soy la espuma exclama Tumbes

Nunca tan lejos de la muerte

Nunca tan cerca de la memoria